Nada es más peligroso que quien habla con certeza sobre lo que no entiende. La confianza del ignorante suele sonar más fuerte que la razón.
España es el país donde el bar es la universidad y el "cuñao" es el profesor titular. Aquí, cualquier conversación de bar se convierte en el cónclave definitivo sobre cómo arreglar el mundo. No importa si el tema es geopolítica o el nuevo entrenador del Real Madrid: el cuñao sabe. Él siempre sabe.
Es un país donde todos saben más que el médico, pero también que el arquitecto, el mecánico y hasta el chef. Que tengas dos carreras y un máster en física cuántica da igual, porque ahí está el cuñao con su “mira, yo no es que sepa mucho, pero si por mí fuera...”. Ahí, en ese instante mágico, cuando él empieza, es cuando surge el plan infalible para acabar con el paro, arreglar las pensiones y devolver a la selección la gloria de 2010.
El cuñao español no necesita experiencia, títulos, ni humildad. Él ya viene de serie con un pack completo de soluciones definitivas y cero sentido del ridículo. Así es España, donde los domingos son para la paella y los discursos de sabiduría cuñadil en sobremesa. Y cuidado con llevarle la contraria, porque entonces el experto también es juez: "si no estás de acuerdo, es que no tienes ni pajolera idea".
Hay quien lleva el espíritu del cuñao a otro nivel. La que te mira serio, con aire de gurú, y te dice que no hace falta operarte del apéndice porque con un par de terapias naturales se desinflama solo. Lo dice con la calma de quien acaba de descubrir la medicina alternativa en un foro de internet. Cuando en realidad la medicina alternativa funcionaría como un paliativo. O la que te asegura que puedes contratar a quien quieras para arreglar las goteras del tejado, sin saber que cuando vives en un edificio, la Ley de Propiedad Horizontal establece claramente las obligaciones compartidas de los vecinos y lo que debe hacer la comunidad para mantener los elementos comunes en condiciones.
Y, por si alguien pensaba que esto era pura casualidad, la psicología ya tiene una respuesta. Se llama efecto Dunning-Kruger, y describe a la perfección esa combinación de ignorancia y confianza que define al cuñao. Según los psicólogos David Dunning y Justin Kruger, cuanto menos sabe una persona, más segura está de tener la razón. No por malicia, sino por pura inconsciencia. El resultado es un país lleno de expertos en todo, que opinan sin dudar y aconsejan sin saber, convencidos de que el problema siempre lo tienen los demás.
España, tierra de "cuñaos", el único país donde la cátedra de barra es sagrada y la razón... bien, eso aquí es lo de menos.
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